
Voy a contar la historia mas amarga de mi vida. Con 10 años me sacaron de la escuela y me pusieron a vender dulces, mayormente cuñas. Me las mandaban de Las Minas.
Mi padre era mutilado de guerra, y mi madre me ayuda a llevar el canasto con las mercancías.
A las 6 de la mañana íbamos mi padre y yo a la estación de Tocina a recoger la mercancía del tren llamado “El Mina”. En el año 1961, teniendo12 años, mi padre vendía en Los Rosales y yo en Tocina. Un día de tantos vendimos 460 cuñas y se intoxicaron unas 100 personas. Aquel día vino la guardia civil y se llevaron a mi padre a la cárcel, así como todos los dulces y los canastos donde vendía los dulces. A mi padre lo retrataron y lo pusieron en el periódico como si fuera un criminal. Tal fue la repercusión que lo vio un tío mío (hermano de mi padre en Alemania). Mi tío vino de Alemania y fue a la cárcel de Lora a verlo. Suerte tuvo mi padre de coincidir con un paisano suyo de Llerena como juez, que al ver a mi tío lo conoció y liberó a mi padre. El único delito que había cometido era vender unas cuñas que recogimos a las 6 de la mañana, no podían decir que llevaban tiempo y por eso estar estropeadas. La culpa era en todo caso del fabricante, pienso que de las perolas de cobre que criaban moho al borde, que contaminó únicamente a la crema que llevaban las cuñas.
El tiempo que estuvo mi padre en la cárcel yo salía a vender y no vendía nada. Así estuve una temporada y desde aquel día cuando alguien se ponía malo le preguntaban si había comido dulces de Rufino. Si decía que sí me retiraban toda la mercancía y así estuvimos una temporada hasta que ya se normalizó la cosa. En 1978 dejé de vender en las calles de Tocina dedicándome a la venta ambulante vendiendo a los comercios, no a la venta directa.
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