Nos decidimos por Ecuador, país en el que no había un terremoto desde hacía 40 años, algo raro en el resto de los países cercanos. ¿Y qué pensáis que pasó nada más llegar? Seísmo en Ecuador. No fue gran cosa, pero lo suficiente para asustarnos.
Con el dinero que habíamos ganado en Australia adquirimos en Quito un terreno, una mansión y un restaurante. El Corral de la Morería se llamó el restaurante, con comida y ambiente típico español.
Además monté a medias otro restaurante, “Costa del Sol” lo bautizamos, tipo argentino, de parrilladas, asados, etc..., dado que mi socio era oriundo de allí. No cuajó este negocio, mi socio no repartía de forma muy equitativa los dividendos.
“El Corral” era otra cosa, venía mucha gente de dinero: toreros como Manzanares (padre), Paco Ojeda, Paco Robles (que se casó precisamente con una chica de Cali), el grupo de rumbas y sevillanas Los Choqueros, de Huelva, etc...De esa época es la foto que acompaña este relato.

No corrían sin embargo buenos tiempos en mi matrimonio, y decidimos dejarlo. Vendí la mansión y con el dinero le compré un chalet para mi mujer e hijos y yo me quedaba a dormir en el restaurante.
Inicié un relación con Elena Mesía, una mulata de 18 años, modelo, preciosa. Con ella tuve una hija, Rocío, que actualmente vive en Segovia y que con el tiempo me haría abuelo de una niña.
No era grata la situación de compartir negocio con mi esposa y vida con otra mujer, se hacía una situación tensa, que terminaría por afectar a mi relación con Elena, dejándolo.
No estaba a gusto allí, la relación sentimental con mi mujer ya era historia y no quería repetir malas experiencias como las vividas con Elena, por esa cercanía a mi mujer. Así que al conocer a otra chica (nunca mejor dicho lo de chica, 16 años tenía, para viejo ya estoy yo) decidí que debía cambiar mi rumbo. Con todo estuve un año en Ecuador hasta que decidí irme con Mayra (que así se llamaba mi nueva pareja). Nuestro nuevo destino: la cercana Colombia.
El Corral de la Morería se lo dejé a mi mujer y mis hijos, y el restaurante argentino quedó en manos de mi mujer hasta que quebró su gestión. No había rencor alguno, lo más valioso de mi patrimonio quedó para ella, yo me marché a Colombia con 25.000 Dolores.
Como tampoco terminó de irle bien con “El Corral” en mi ausencia, mi mujer marchó de nuevo a Australia con mi hijo mayor. El pequeño se vino en principio conmigo a Colombia, pero finalmente la madre lo convenció para irse con ella a Oceanía. Allí se haría ingeniero eléctrico y me haría abuelo por segunda vez. De nuevo, tras 8 años en Ecuador, partía de cero, una nueva vida en otro país. (Continuará...)
Share